lunes, 21 de marzo de 2011

LA CAZA DEL LOBO.

El Lobo ha desatado odios desde siempre en las poblaciones rurales de todo el mundo. Su enorme eficacia como cazador de todo tipo de especies ganaderas ha supuesto que su captura se convirtiera en motivo de alegría, en una fiesta popular.
Sin embargo desde hace años el lobo ha pasado a ser una especie en peligro de extinción, lo que provoca que no pueda ser considerado como especie cinegética. Pero ¿hasta qué punto está en verdadero peligro?, ¿sería positivo un desarrollo venatorio controlado de esta especie?
Existen múltiples respuestas a estas dos preguntas.

En este artículo nosotros trataremos de conocer mejor al lobo, para que después cada uno obtenga sus propias respuestas.

Si hay un adjetivo que pueda definir correctamente al lobo, es el de depredador. Tanto es así que los daños causados por este animal sobre especies de ganado doméstico han pasado a formar parte de nuestra propia historia.

El lobo es un superdepredador que ocupa, en su hábitat natural, la parte superior de la pirámide nutricional. Esto significa que se trata de un depredador que carece de competencia externa para la regulación de su población.

Por otro lado y relacionado directamente con la caza, debemos saber que prácticamente la totalidad de las especies cinegéticas componen o pueden componer su dieta (incluidos jabalís, corzos, ciervos...). Ahora bien, la proporción en que ataca a cada una de estas especies está en función de su vulnerabilidad, y no de su abundancia; es decir, el lobo es un ser inteligente, consciente de que resulta difícil que un ataque sobre una presa de gran tamaño acabe con buenos resultados (de hecho se calcula que sólo el 8% de los ataques realizados por lobos a presas de este tipo concluyen con éxito), por eso buscará siempre la presa más débil, ¿selección natural?, para muchos el lobo actúa de manera muy positiva en este sentido.

El lobo acude a cazar en manada y para ello se desplazan en fila india. No siempre abre la marcha el individuo dominante, sino que con frecuencia lo hace un individuo que actuará como “vigilante” y que transmitirá las correspondientes señales al resto del grupo.

Fundamentalmente el lobo pone en práctica dos técnicas de caza:

Contra las grandes presas (vacas, ciervos, jabalís), infieren heridas en la parte posterior del cuerpo, centrándose sobre todo en la región ventral.

Contra las presas de mediano y pequeño tamaño, muerden en el cuello, desgarrando la región cervical, la tráquea y la glotis. Es el procedimiento normal para matar cabras y ovejas.

Pero, a pesar de lo violento que pueda mostrarse con multitud de especies, lo cierto es que el lobo siempre ha mostrado un enorme respeto hacia el hombre. Los ataques a humanos a lo largo de la historia sin mínimos y en muchos casos se ha demostrado que se trata de simples leyendas.



Se trata de una especie netamente social, que gusta de reunirse en manadas jerarquizadas (de no más de siete ejemplares), de tal forma que el vigor, la edad y la inteligencia son determinantes para ostentar el mando. La gran mayoría de los actos de un individuo vienen marcados por su posición dentro del clan y por sus relaciones con el resto del grupo.

En cuanto a su dieta, está compuesta en gran parte por piezas de caza, tanto mayor como menor. No es selectivo y se deja llevar por la ley del mínimo esfuerzo, es decir, atacará a la pieza que se encuentre más desfavorecida, de tal forma que si puede atacar a un animal doméstico que le presente poca lucha, no perderá el tiempo ni se arriesgará a ir a por un animal salvaje.

En algunas épocas del año llega a comer bayas, frutas y productos vegetales.


Por otro lado y relacionado con la mortandad, resulta importante señalar que las causas fundamentales de muerte de lobos en nuestro país están directa o indirectamente relacionadas con el hombre. Así, la alta tasa de mortandad entre cachorros (que según algunos autores alcanza el 30%), puede estar causada por la falta de alimento, quizás provocada por el desarrollo cinegético.

Caza
El lobo ha pasado de “cazador” a “cazado”; de ser considerado un cazador-competidor del hombre, a ser una pieza cinegética más.

El lobo es considerado especie cinegética en España desde La Ley de Caza de 1970 (hasta entonces era considerado “alimaña”). A raíz de esta consideración, se dota a la especie de una serie de protecciones (limitación en las fechas de captura, en los métodos utilizados).


La Ley 4/1989 de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres (Decreto 1095/1989), conlleva que el lobo sólo pueda ser capturado al norte del río Duero, siendo especie estrictamente protegida en el sur de nuestro país. Ni que decir tiene que esta Ley ha supuesto algunos problemas, sobre todo en la Comunidad de Castilla y León, donde, dentro de un mismo territorio, el lobo puede ser especie cinegética o puede estar estrictamente protegido.


Así las cosas, en nuestros días el lobo sólo puede cazarse si se obtiene uno de los pocos permisos de caza facilitados en nuestra geografía o si se participa en una costosa batida organizada en los cotos de las Comunidades Autónomas donde esté autorizada la caza.


Pero ¿qué supone la actividad cinegética para el lobo?¿salvación o eliminación? Hay teorías para todos los gustos. Para muchos, mientras su valor como pieza de caza sea más elevado que el daño provocado por el lobo a otras especies de caza mayor, será conservado y cuidado por quienes lo vayan a cazar. Es decir, se considera al cazador como un “cuidador” del lobos, siempre y cuando la caza suponga el control de la especie. Se trata de considerar el beneficio cinegético económico como causa de protección del lobo.

Ni que decir tiene que esta postura de “aliados” entre cazador y lobo, se enfrenta directamente con el resto de sectores afectados por este animal.

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