lunes, 31 de enero de 2011

LA LIEBRE.

Hoy en el facebook he podido leer este reportaje de mi buena amiga, la liebre.
Así que copio  y pego  el reportaje  aqui en mi blog.


                                   
PRESENTACION.

La caza de la liebre ha sido tradicionalmente una actividad muy practicada en todo nuestro país y principalmente en tierras interiores. Efectivamente, la liebre es una de las especies cinegéticas que más acoso ha sufrido; tanto es así que durante muchos años no existieron épocas hábiles, prolongándose su caza a lo largo de todo el año.
De veloz y espectacular carrera, la liebre supone un reto para la astucia del cazador, más que para su disparo, relativamente fácil gracias al tamaño del objetivo.

El cazador que quiera obtener buenos resultados con la liebre, necesitará conocerla a la perfección: sus características, costumbres, alimentación... porque esa es la única manera de poder llegar simplemente a verla.


CARACTERISTICAS FISICAS.

Si hay algo que define y caracteriza a la liebre sobre el resto de las especies de caza menor, es su capacidad para correr; una capacidad que viene favorecida por el hecho de que tiene las patas traseras más largas que las delanteras, de manera que le sirven a la perfección para tomar el impulso necesario con el que emprender una veloz e inquietante carrera. Además la liebre dispone de un pelaje totalmente característico que la diferencia de cualquier otra especie de pelo: se trata de un color pardo leonado, en el que se mezclan tonos amarillos, negros y terrosos; unos colores que sin duda le valen para pasar desapercibida por los terrenos en los que se mueve; tanto es así que el cazador no acostumbrado a visualizarlas podrá pasarlas por alto fácilmente si éstas se encuentran quietas.

En cuanto a la reproducción, podemos decir que es prácticamente tan prolífica como la del conejo; algo que le ha valido para mantener la especie a lo largo del tiempo, a pesar de los numerosos peligros que de siempre le han acosado. Se reproduce durante todo el año, e incluso puede hacerlo 2 ó 3 veces en ese tiempo; conocida es la posibilidad de la liebre hembra de guardar el semen para posteriores gestaciones. En cada parto el número medio de crías es de 3 a 4. Una característica típica de la especie es que, nada más dar a luz, dispersan a sus lebratos por diferentes puntos a lo largo del bosque, con un claro objetivo de defender a la prole de los diferentes riesgos que les persiguen desde el primer día de su nacimiento. Efectivamente, son muchos los enemigos conocidos de la liebre; entre ellos cabe destacar a las rapaces, tejones, marta, garduña... quienes detectan con gran facilidad a los lebratillos escondidos en sus encames. Para las liebres que habitan en el monte, también los jabalíes, zorros y lobos pueden resultar un peligro constante. Pero además, y como uno de los peligros más importantes, hay que citar a los perros de caza que han sido abandonados y deambulan por los campos; éstos en ocasiones llegan a capturar a las hembras que se encuentran en gestación.

Y a todo esto se suman las carreteras creadas por el hombre, donde a diario son atropelladas; tanto es así que se calcula que la carretera manta más liebres en un año que los cazadores en diez. Ocultación y mimetismo con el medio son sus mejores bazas para luchar contra algunos de estos peligros; de ahí que en ocasiones resulte tan difícil poder verla cuando se encuentra echada en su encame. Sólo los cazadores expertos tienen la vista acostumbrada a localizar la liebre en lugares donde para el resto pasan totalmente desapercibidas.

Otro dato importante a conocer es su alimentación, ésta es principalmente herbívora: hierbas frescas, trigo, remolacha, granos, frutas maduras... son su dieta preferida. Pero además son capaces de comer carne, por lo que deberemos considerarla como omnívora.

COSTUMBRES.
La liebre es principalmente noctámbula; sólo durante la noche la veremos moverse en busca de comida y de contacto social, mientras el día lo pasa durmiendo resguardada en su encame. Para echarse a dormir suele contar con diferentes acostaderos, que sitúa cercanos los unos a los otros en un mismo lugar.

Es importante saber que cada liebre elige sus zonas de vida, en cada una de las cuales habita un único ejemplar; tanto es así que la invasión de uno de estos territorios puede originar peleas entre dos liebres.

Para llegar a averiguar las zonas de encame, el cazador deberá saber diferentes costumbres de esta especie:

La liebre detesta mojarse así como dormir en terreno que se encuentre húmedo.


Tampoco gusta de los fuertes vientos y en caso de que éste exista (sobre todo si viene del norte), se colocará de cara a él, puesto que le molesta en exceso que su pelo sea levantado por el aire.

No gusta de habitar en montes con vegetación espesa.

Buscará habitualmente zonas con poca pendiente y sin grandes obstáculos, de manera que nada le impida emprender su veloz carrera en caso de verse amenazada.

Si nos encontramos en una época calurosa, la liebre tratará de encontrar encames en sombra, en los que corra un poco de aire; las zonas cercanas a rocas suelen ser sus preferidas. También en esos días gustará de los hondos de los barrancos, donde predomina una temperatura más fresca.

Durante el invierno gusta asimismo de los hondos de los barrancos, puesto que esas zonas le proporcionan igualmente amparo al frío y a los fuertes vientos.

A pesar de lo que cuentan las historias populares, en las que se afirma que la liebre duerme con los ojos abiertos; debemos decir que se trata de una idea totalmente falsa. Lo que sucede es que dispone de una capacidad innata y de un finísimo oído que le hacen detectar con suma facilidad cuando alguien se acerca a su encame; lo que le hará salir disparada mucho antes de que seamos capaces ni tan siquiera de verla. Además es enormemente precavida y huye a la mínima sospecha de peligro.

CAZA.
Aunque hoy en día y por desgracia, no podemos decir que la población de liebres sea la de antaño, en general la podremos encontrar distribuida por todo el territorio español, si bien destaca su presencia en la Meseta.

En nuestro territorio podemos hablar de diferentes tipos de liebre:

Liebre Gallega: presente principalmente en Galicia y Asturias.

Liebre Pirenaica: ocupa los Pirineos, parte del País Vasco y los alrededores del río Ebro. Es la de mayor tamaño, llegando en ocasiones a alcanzar los 6 kilos.

Liebre Granadina: que habita en el resto de la Península.

En cuanto a su hábitat, señalar que se decanta por cualquier clase de bosque (siempre y cuando no sea muy cerrado, lo cual le entorpecería cada vez que tuviera que salir corriendo en una de sus huidas), terrenos labrantíos y zonas esteparias.

Si tuviéramos que definir en pocas palabras la caza de la liebre, diríamos que se trata de un paseo lento, con un minucioso chequeo del territorio, paso a paso. Una marcha que el cazador deberá realizar en compañía de su perro.

La caza tradicional de la liebre es una caza solitaria, cazador y perro son los únicos protagonistas, que deberán mantener un andar parsimonioso y concentrado, para no pasar por alto ni la más mínima pista sobre la posible presencia del objetivo: la liebre. Porque, sin lugar a dudas, lo más importante a la hora de obtener buenos resultados en una jornada de caza de liebre es saber buscarlas.

Se trata por tanto de Caza con Perro de Rastro. El animal deberá rastrear meticulosamente toda la zona en busca de un encame, en el momento en que lo localice avisará a su amo, quien deberá ser lo suficientemente hábil para saber cortarle el paso a la rabona.

Podemos decir que en general, cualquier raza canina muestra afición por levantar la liebre cuando la encuentran; pero sin duda alguna existan algunas razas que han demostrado aptitudes excepcionales para este tipo de caza. En este sentido cabe nombrar a los sabuesos, podencos y beagles.

A pesar de que muchos cazadores suelen decir que cualquier perro que ha cazado conejos vale a la perfección para la liebre, debemos tener en cuenta que la localización de esta especie entraña una serie de dificultades mucho mayores. Y es que si el conejo suele encamarse sin titubeos, la liebre lo hace intentando desorientar a sus perseguidores; por lo que siempre es recomendable decantarse por alguna de las razas antes comentadas.

El perro deberá estar enseñado a correr tras una liebre herida, puesto que sucederá a menudo que al dispararle y herirle, ésta salga corriendo. Nuestro amigo deberá saber que si corre tras ella podrá alcanzarla con cierta facilidad, no puede darla por perdida. Del cazador es tarea la de la acertar correctamente al objetivo y, sin duda, la liebre es una de las especies que más fácil nos lo pone, a pesar de la enorme velocidad de sus piernas. La rabona ofrece un blanco relativamente sencillo gracias a su voluminoso cuerpo y a que realiza carreras rectas y, por tanto, predecibles.

A la hora de disparar deberemos tener en cuenta los siguientes puntos:

Si nos encontramos a una distancia moderada, no haremos adelantamientos en el disparo, que será realizado a la cabeza.

En caso de que la distancia sea mayor, dispararemos adelantando entre uno y dos cuerpos.

Si observamos que la liebre se escapa de nuestra posición, dispararemos en el momento en que veamos que al correr la mano, la liebre desaparece bajo los cañones del arma. Si lo hacemos antes corremos el serio riesgo de no acertar.

Para las liebres que corren de cara a nosotros, trataremos de disparar en las patas de delante.

Por último y en cuanto a las armas más adecuadas, decir el cazador podrá decantarse por la que prefiera: paralelas, yuxtapuestas, superpuestas... cualquiera puede valer para esta caza, siendo el 12 el calibre más recomendable, seguido del 16.

Como cartuchos elegiremos cualquiera del mercado y nos decantaremos preferentemente por perdigones gruesos (la liebre suele mostrarse enormemente resistente a los impactos).

LA CAZA DE LA LIEBRE CON GALGOS

La caza de la liebre con galgos es una modalidad tan antigua como efectiva. Nos proporcionará excelentes momentos cinegéticos, en los que podremos disfrutar de auténticas carreras de velocidad entre las liebres y los galgos; dos especies hechas para correr, que parecen competir para quienes allí se encuentran. Un espectáculo único en el que la finalidad no es la muerte de la pieza, sino el placer de los momentos vividos en el campo; así es como entiende esta caza un auténtico galguero.

La acción de caza se realiza de la siguiente forma: un grupo de varios cazadores (dos o tres), montados en sus respectivos caballos, tratarán de seguir la carrera que perseguidores y perseguidos (galgos y liebres) mantendrán a todo galope. Mientras, el resto de los cazadores barrerán el terreno para intentar levantar a la rabona de su encame.

La liebre realizará mil y un quiebros, intentando evitar el acoso de sus perseguidores, lo que conlleva cientos de diferentes situaciones, cada una de las cuales supone la posibilidad de vivir un momento único de caza.

El buen galgo seguirá a la pieza sorteando obstáculos y analizando sus pasos, aprendiendo de cada liebre para que la siguiente muestre menos resistencia. De aquí radica la gran diferencia de un galgo cazador a otro de pista, puesto que el primero nunca se dejará cegar por el ímpetu de la carrera, teniendo siempre perfectamente claro que su objetivo es la captura de la liebre.

Esta modalidad de caza es una de las más bellas y respetuosas con el medio de las que podemos disfrutar; no se sueltan más que dos galgos por cada liebre, puesto que el objetivo es poder disfrutar con la caza y no el conseguir el mayor número de liebres posible. Sin lugar a dudas una experiencia única y recomendable.

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