lunes, 22 de marzo de 2010

DIA EN LAS FALLAS

Durante toda la semana se me pasaba por la cabeza ir a Valencia a ver las Fallas, ya que hace mucho tiempo que tengo ganas de acercarme a verlas.

Como al final no pudimos ir a Extremadura a pasar el puente, decidímos acercarnos a pasar el  día en Valencia a ver las fallas.

Levanté a toda la familia poco después de las seis  de la mañana y tras los preparativos previos  salimos zumbando sobre las siete,  en dirección a A-3.

Las niñas se quedaron pronto dormidas y el viaje resultó muy corto, ya que tardamos algo menos de tres horitas. A las diez menos cuarto ya habiamos aparcado en un parking del centro de Valencia  y estabamos buscando un lugar para tomar un contundente desayuno. Cafe, tostadas  con tomate y un buen zumo de naranja de la tierra.


Nada mas salir del bar, vimos  el primer Ninot. Una espectacular escultura  en forma de cocinero y unos cuantos muñecos más alrededor. Al lado de esta, había una mas pequeña para los nenes.

Tras verla, fuimos buscando todas las que se encontraran en nuestro camino que se dirigía hacia la plaza del ayuntamiento. Realizando por supuesto las pertinentes paradas en churrerías típicas para probar los  buñuelos de calabaza recién hechos que estaban deliciosos.

No tenía mucha idea de en que consistía  la tradición, me habian comentado que en cada barrio se construía una para finalmente quemarlas la noche del 19, pero la verdad es que estaban muy cerca las unas de las otras.

Fuimos paseando por las desconocidas calles de Valencia y siguiendo las indicaciones de algunas viandantes nos fuimos acercándo al centro.

Nos econtrabamos Ninots cada dos o tres plazas grandes.

Al principio estábamos prácticamente solos, pero
según iban pasando las horas, la ciudad se despertaba y el ambiente empezaba a ser más festivo.

Ya se comenzaban a oír petardos por las calles, aunque he de confesar que me lo esperaba mucho más ruidoso. No sé si será porque ya llevaban cuatro días de fiesta y les quedaba poca pólvora por quemar.



Desde luego, de todas las que visitamos si cabe resaltar alguna en particular fue la Falla denominada " Camino al paraíso", ¡impresionante! es la palabra que mejor denomina a esta obra. Majestuosa en tamaño y formas que dejaba atónitos a todos los que nos acercábamos a observarla. De hecho fue la que ganó de entre todas las expuestas.


En una de las fallas estaban Zapatero y Rajoy,  se empeñaron los dos en hacerse una foto conmigo, así que
les dejé para que luego presumieran con los de su partido.


La ciudad me pareció muy  bonita, sobre todo la plaza del ayuntamiento y la catedral.

Muy cerca de la catedral se encontraba la imagen de la virgen donde la habían construido un manto con claveles de varios colores. El olor a flores en la plaza era increíble, ya que además de las del manto estaban todas las que habían sobrado colocadas en unos paneles enormes así como todos los ramos que la gente  habían llevado. Después de un tente en pie que nos apretamos en un bar cercano a la plaza, donde pedimos de todos los platos típicos que nos apetecían, mas unas tres cervecitas que me metí para el cuerpo, continuamos con nuestro paseo hacia la plaza, donde a las dos de la tarde tendría lugar la famosa y ruidosa mascletá.
A las dos menos diez nos dirigimos hacia la plaza, que estaba completamente abarrotada de gente. Fue en este instante cuando comenzó a chispear un poco más fuerte.
A las dos comenzaron a sonar los petardos, era una traca con un ruido ensordecedor, que se hacía cada vez más fuerte. Duró cinco minutos en los que parecía que los petardos sonaban al son de una canción. El ruido iba creciendo cada vez más, hasta llegar al punto de no poder hablar con la persona que tenias a menos de medio metro.

Había muchísima gente con tapones y otros tantos se tapaban los oídos con las manos, yo aguanté el chaparrón al igual que mi hija Raquel.
Cuando terminó la mascleta, el silencio era increíble, aunque en el interior de mis oídos sonaba un pitido que duró algunos minutos.....
Más tarde recibimos una mala noticia por teléfono, que provocó que tuviéramos que regresar a Madrid. La abuela de Rebeca había fallecido. Partimos y a las ocho y media ya nos encontrábamos en Madrid.
Tras dejar a las niñas en casa nos fuimos para el tanatorio de la M-30 donde se encontraba la familia de Rebeca.
Al día siguiente sería enterrada en el pueblo de Toledo donde se encontraban los restos de su marido, Villacañas.





            


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