lunes, 19 de julio de 2010

SAN FERMIN 2.010

Hace muchos años que tengo ganas de ir a ver los San Fermines a Pamplona.

En el mes de febrero reservé habitación en uno de los pocos Hoteles que aún tenían disponibles alguna, aunque a un alto precio.

Tras muchos meses de espera, llego el día de partir hacia Pamplona. En principio iba a salir el sábado por la mañana, para llegar a la hora de comer.


Después de pensarlo bien y convencer a mi mujer, decidí salir el viernes a la una de la noche, para poder correr dos de los encierros.
El viaje fue con total normalidad, mientras mi chica se durmió durante un ratillo, yo le di un poco de zapatilla y a las cuatro y media ya estábamos aparcados en una de las calles de Pamplona.


En el coche nos cambiamos para ponernos la ropa que habíamos llevado para los encierros, pantalón y camiseta blanca y un pañuelo rojo anudado en el cuello.


Fuimos buscando el casco antigüo donde tendría lugar el encierro en  tres horas aproximadamente.



De camino al recorrido del encierro, lo que nos íbamos encontrando, eran grupos de gente que llevaban de fiesta toda la noche y se encontraban en circunstancias bastante perjudicadas, ja ja ja, que borracheras llevaba la gente, completamente bañados en vino.


A eso de las siete ya estábamos en el recorrido del encierro, esperando que dieran el chupinazo para poder salir hacia la plaza sin tener ningún percance.
Nos colocamos en la zona de telefónica, muy cerquita de la plaza para comenzar a correr tan pronto vimos llegar una avalancha de personas en dirección a nosotros, ese fue el momento en el que empezamos a correr y terminamos en la arena de la plaza de toros, donde esperamos para que pasaran los toros acompañados por los cabestros.
Después de los encierros, sueltan seis vaquillas y la gente hace los típicos recortes y tonterías varias, donde pudimos reírnos de algún que otro revolcón, después de esto recorrido turistico por las calles de Pamplona donde podimos disfrutar de sus vinos y su gastronomía.

En general muy buen fin de semana con la compañía más maravillosa que se puede desear, mi mujer.

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